Por: Dr. Edgar Saldaña Lemus
Un trastorno se refiere a una función normal que se distorsiona o se sale de su sitio, perdiendo la armonía y coordinación con otras funciones del organismo, además de ser constante en el tiempo y provocar por tanto, malestar significativo y deterioro en el funcionamiento general de una persona.
Por ejemplo: es normal sentir miedo cuando un perro quiere mordernos. Esto nos ayuda a defendernos, a huir o pedir ayuda y así evitar el daño, pero cuando tenemos miedo a los perros con solo imaginarlos o al verlos a lo lejos, o tenerle miedo a un cachorro inofensivo, y, si esta reacción de alarma me impide llevar mi vida normal, se trata de un trastorno, o sea una respuesta de miedo injustificada o excesiva.
Así, hay una gran cantidad de trastornos al igual que hay funciones en nuestro organismo y nuestra mente: como la taquicardia, las diarreas, las alergias, y ni qué decir de los trastornos obsesivos, depresivos, ansiosos, de consumo de alimentos o sustancias.
Los trastornos mentales, al tratarse de conductas, pensamientos y emociones disfuncionales, son a final de cuentas, conductas. Las conductas dependen de varios factores, así que las conductas y los trastornos están influidos por el ambiente, las circunstancias, la expresión genética, el estado de ánimo, la cultura, educación y los objetivos que se tengan en el momento solo por nombrar algunos ejemplos. Un ejemplo claro de esto sería al comprar un calzado (que es una acción o conducta observable) Es necesario que se dieran al menos 3 cosas: tener gusto por este calzado en específico, tener el dinero suficiente para adquirirlo y finalmente que alguien venda el producto. Aún que el calzado sea de nuestro agrado, y hubiera el dinero suficiente, si no están a la venta, la acción de comprarlos no sería posible, y así sucede con la falta de cualquiera de los 3 factores. Esto quiere decir, que sin el mínimo de factores necesarios, una conducta no es posible, y así mismo, un trastorno no es posible si no existen los factores indispensables.
Es de esta manera que los trastornos los podemos tratar y desaparecer, modificando los factores que están en nuestras manos, como los hábitos, habilidades, recursos. La ciencia ahora nos permite modificar fenómenos biológicos y psicológicos profundos siendo posible desarticular y desaparecer un trastorno. Así con una buena evaluación y trabajo en equipo es posible resolver los trastornos más invalidantes que anteriormente parecía no ser posible.
Ansiedad en lo general se le dice a la respuesta de alarma del organismo ante una amenaza externa en el ambiente o interna en nuestro organismo, como ante un infarto.
Cuando ante esta respuesta de alarma se identifica la amenaza, se le suele llamar miedo pero cuando la amenaza no es claramente identificada, se le conoce como ansiedad (propiamente dicha). La ansiedad en lo general, se trate de ansiedad propiamente dicha o de miedo, es una respuesta de alarma natural ante la percepción de una amenaza y suele desaparecer ante la verificación de que el problema se ha solucionado o ya esta en proceso de solucionarse.
Esta respuesta de alarma o ansiedad es una de las funciones mas importantes de nuestro organismo y es la que que nos ha permitido sobrevivir como especie (junto con su contraparte: el placer, que al estar ausente la activación de la respuesta de alarma, nos permite disfrutar de los fenómenos benéficos de la vida y tomar mejores decisiones).
Así nuestro sistema de alarma o ansiedad según el nivel de amenaza, manifiesta un nivel de reacción (según el sapo, la pedrada):
Nivel 1. Temor. Es una respuesta ligera, incómoda que indica que algo no cuadra, que algo se salió de su sitio normal y esto nos motiva a verificar y corregir si es necesario o confirmar que todo está en orden… fácilmente podemos ignorar esta alerta, con cualquier otro estímulo o tema más interesante.
Nivel 2. Ansiedad. Cuando el problema parece ser mas serio y con posibilidad de empeorar, la señal de alarma ya no es posible ignorarla al menos que haya otra situación más intensa. Así, con respuesta de ansiedad, la persona ya no logra relajarse, siente una constante sensación de que algo malo esta sucediendo, y no le es posible prestar atención al resto de sus actividades, disminuyendo su capacidad de disfrutar de su día y bajando la calidad de sueño, incluso ya presentando insomnio. La persona aún puede aparentar estar bien, funcionar, pero por dentro ya hay malestar y sus actividades las hace por compromiso o en automático. Son comunes los errores y los cambios de actitud. Los demás lo notan pero no saben exactamente qué pasa.
Nivel 3. Angustia. Ya en nivel de angustia cuando el problema parece seguir creciendo o no somos capaces de solucionarlo, el cuerpo comienza a prepararse para huir, atacar o paralizarse. Así el corazón late mas fuerte y rápido para enviar mayor cantidad de sangre, oxigeno y nutrimentos a los órganos encargados de la defensa como músculos, corazón, cerebro, así que los pulmones también se agitan y los músculos se ponen tensos…el cerebro activa las áreas especializadas en la detección de amenazas y en reacciones defensivas, activándose las amígdalas cerebrales, sistema límbico y corteza cerebral con información negativa. Otros órganos como el intestino, la piel y mucosas como la boca donan su sangre a los órganos encargados de la defensa, poniéndose la piel pálida, con sudor frío, y sensación de hormigueo o adormecimiento, sensación de vacío en estomago, con ganas de vomitar o evacuar, así como otros síntomas de estos órganos, muchas veces muy curiosos, pero asociados a sensación de alarma o miedo.
En este tercer nivel, de angustia, la persona ya no puede ocultar el miedo aunque lo intente… pasa algo particular, que mientras más intenta controlarse, más aumenta la reacción física de angustia, aumentando aún más el miedo, debido a que en este punto la respuesta del cuerpo es compleja y automática. En nivel de angustia la persona ya siente un deseo de salir corriendo, y es común tener miedo a perder el control.
Nivel 4. Pánico. El pánico es la máxima respuesta de alarma, se pierde el control completamente ya que el cuerpo y mente interpretan que no hay escapatoria mas que gritando por ayuda, huir desesperadamente o atacar con uñas y dientes, en este nivel no importa el ridículo o el escándalo, la reacción es extrema para salvar la vida. Es la peor experiencia emocional que es capaz de vivir un ser humano, la última reacción para sobrevivir (se presenta en intentos de homicidio, estar en medio de un desastre natural, secuestros, violaciones, etc.)
Lo anterior es la respuesta natural de nuestra mente y cuerpo ante las amenazas dependiendo del nivel de amenaza, y es normal siempre y cuando exista una amenaza verificada o no verificada (una broma o un malentendido puede causar una respuesta real de alarma), y desaparece cuando se resuelve el problema o se descarta.
La ansiedad como trastorno, (como se puede leer en el concepto de trastorno descrito en otro apartado) es esta misma reacción de alarma pero en ausencia de una amenaza que la justifique, o a pesar de que si hay amenaza, su nivel de amenaza no corresponde al nivel de respuesta, o esta es prolongada o inadecuada. El trastorno es una respuesta de alarma que en lugar de ayudar a resolver problemas, los origina o complica.
En el presente hay una buena comprensión de los mecanismos de alarma en los mamíferos y en el ser humano particularmente, gracias a la ciencia y a otras disciplinas. Se conocen las estructuras del cerebro y del cuerpo implicadas, así como los tipos de gestión de la realidad que canalizan correctamente las reacciones mentales y corporales; se conocen también muy bien las reacciones que pueden complicar, empeorar o mantener el problema.
Los tratamientos médicos o psicoterapéuticos son buenas herramientas para tratar trastornos de ansiedad, sin embargo son solo apoyos, ya que la verdadera solución de los trastornos de ansiedad es la adquisición de conocimiento, habilidades y herramientas para afrontar los problemas y adaptarse lo mejor posible a la realidad de cada quien. Así, evaluar primero de dónde puede venir la señal de alerta y a qué problema pertenece es lo primero que hay que hacer, definirlo. Una vez identificado el problema, iniciar uno mismo con ajustes y observando la respuesta del problema, hay que preguntar, investigar, y cuando persiste el problema, es mejor acercarse a un profesional de confianza.
Ahora se le llama la enfermedad del siglo, y todo indica que sí es así: la principal causa de incapacidad laboral. Sin embargo hay que distinguir entre la depresión como fenómeno natural y la depresión como trastorno: que es la que se está saliendo de su armonía normal y causando esta gran epidemia mundial.
La depresión es natural en su contexto normal, como en los casos en los que muere la persona que más amamos y con la que teníamos todo un futuro construido en nuestra mente. Nadie piensa que está enferma una persona que llora, no tiene deseos de salir, no le motivan los placeres e incluso quisiera acompañar en la muerte a la persona que mas amaba y acaba de morir… sabemos que esto es comprensible, y le llamamos duelo, un gran dolor por una gran pérdida. Así mismo se reacciona cuando hay una traición amorosa o cuando se pierde ese negocio o trabajo con el que una persona sostenía su vida y planeaba su futuro. La depresión es entonces una reacción de nuestro cuerpo y mente ante la pérdida en el presente de alguien o algo tan importante que era parte de nuestro futuro, que era parte de esa ilusión; la depresión es la respuesta a la desilusión.
Cuando se tiene una pérdida y acaba de cambiar drásticamente el futuro visualizado, la mente y el cuerpo deben de cambiar su configuración, adaptarse a la nueva realidad, no sin antes cancelar todo eso que se haría y ya no es posible hacer, cómo seguir invirtiendo dinero en un negocio que ya no existe, ir a una cita a donde ya nadie irá o ir de vacaciones con esa persona que ya murió. El cuerpo corta de inmediato ese flujo de energía al igual que se bloquea la circulación sanguínea cuando un pedazo de piel ha sido arrancada; es importante también revisar qué pudo haber sucedido, por qué no pudimos evitar esa tragedia, es importante actualizar nuestro concepto de la realidad, así es que los pensamientos se vuelven obsesivos y no logramos pensar en otra cosa, suelen aparecer ideas de culpa, de odio; el golpe que se ha recibido nos enseña que no tenemos total control de la realidad, así que es necesaria una reacción emocional de incertidumbre, duda, temor, que es lo que permite verificar, hacer ajustes, pedir ayuda en esa situación; ni qué decir de ese sentimiento de dolor, tristeza, soledad y vacío… es real, se está viviendo una gran pérdida.
Estas son las adaptaciones del cuerpo y mente ante la pérdida y desilusión, y nuestro organismo cuenta con todos los mecanismos para hacer posible este cambio adaptativo que suele terminar al lograr un nuevo equilibrio en nuestra vida, sin aquello que ahora ya no está. Sabemos que ante la percepción de la pérdida, ante un problema tan serio, nuestro cerebro recaptura y bloquea la liberación de la serotonina que es el neurotrasmisor que nos permite sentir tranquilidad y certidumbre, así mismo no actúa la dopamina que es la que entre otras cosas, actúa en los circuitos de recompensa, dejando entonces de sentir placer e interés por la vida y actividades; se activan mecanismos de inflamación por nuestro hipotálamo, hipófisis y glándula suprarrenal y a nivel de actividad eléctrica ha sido evidente que se forma una actividad asimétrica de nuestras cortezas prefrontales. Estos ajustes y otros hacen posible la adaptación de nuestro cuerpo y mente ante la pérdida y necesidad de readaptación.
¿Y dónde quedó la depresión de la que tanto se habla, la mala?, la depresión mala por así decirlo, es esta misma reacción del cuerpo y mente, pero de manera injustificada, excesiva o persistente. Cuando la respuesta de depresión más que ayudarnos a adaptarnos, nos genera desadaptación y problemas, o complica los ya existentes, se considera un trastorno: una función normal que pierde su equilibrio con el resto de las funciones.
En la actualidad se conoce la depresión lo suficiente como para resolverla completamente, las intervenciones se pueden hacer en cualquier punto del fenómeno, desde el diálogo, cambiando la percepción, favoreciendo la adaptación, modificando los mecanismos bioquímicos, eléctricos, cambiando hábitos, resolviendo problemas, etc. No solamente la psiquiatría o la psicología resuelven la depresión, la mayor parte se resuelven naturalmente al continuar el curso de la vida. Los apoyos de amistades, familiares, coaches, chamanes, etc, suelen ser útiles cuando se favorece la adaptación a una realidad funcional, sin embargo, si es la psiquiatría y la psicología quien seriamente aborda este fenómeno y cuenta con variadas herramientas para evaluar el tipo de depresión y determinar la manera más eficaz y eficiente para tratarla.
Partiendo del concepto de trastorno que he compartido, que sintetizándolo sería una función normal del cuerpo-mente que ha perdido el equilibrio con el resto de las funciones del organismo y provoca desadaptación al ambiente.Cuando se trata de funciones mentales, los trastornos son pensamientos, emociones o conductas disfuncionales, persistentes y que generan malestar en quien la padece o quienes lo rodean.
Un comportamiento es el resultado del análisis de nuestra mente, análisis de infinidad de factores como la percepción del entorno, la interpretación de lo percibido, los objetivos a corto, mediano y largo plazo, la educación, cultura, el nivel de preparación y entrenamiento, la presencia o ausencia de herramientas incluyendo a otras personas y su capacidad y nivel de comunicación, etc… todo esto y más sucede al mismo tiempo y el cerebro es capaz de analizar todo esto y mucho más en milisegundos y así tomar una decisión, que se expresa como una conducta.
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) son clasificaciones de trastornos y enfermedades elaboradas por grupos de expertos de todo el mundo y de diferentes culturas, para mejorar la comunicación entre profesionales de la salud y facilitar la investigación y tratamiento de los diferentes problemas humanos expresados como enfermedades y trastornos. Gracias a estas clasificaciones hemos avanzado mucho en el estudio, comprensión y tratamiento de estos problemas en todo el mundo… pero es importante aclarar que estas clasificaciones agrupan las conductas patológicas o trastornos en categorías para su estudio, y no inventan enfermedades como es común escuchar, ver y leer actualmente.
Para determinar si alguien tiene un trastorno, es quien lo tiene o las personas que mejor lo conocen y rodean quienes saben si tal o cual conducta les causa problemas o disfunción, ya que un criterio básico para diagnosticar un trastorno es que este comportamiento afecte al paciente o a quienes lo rodean. Pueden haber conductas muy extrañas como hablar solo, pero si esto no causa malestar a nadie, por ejemplo al estar orando, no se trata de un trastorno.
Así como existe una infinidad de pensamientos, emociones y conductas, pueden haber igual numero de trastornos mientras causen malestar y disfunción persistente… los manuales de clasificación intentan agruparlos en los que tengan una base común para facilitar su estudio y tratamiento. Y lo logran describiendo cada uno de los componentes más sobresalientes de dicha conducta patológica, así, se reúne un número de síntomas con base común y si son suficientes para dar una forma común a otras personas que lo sufren, se dice que se cumplen los criterios para hacer el diagnóstico, siempre y cuando causen malestar o disfunción persistente. Por ejemplo, para diagnosticar Trastorno Depresivo Mayor, se requiere al menos de 5 síntomas de una lista de 9 muy comunes… de esta forma, si de los 5 síntomas como tristeza, falta de energía, ideas de muerte, insomnio y pérdida de apetito que un paciente puede tener de manera persistente y le afecta mucho para trabajar y disfrutar de su familia, se logra mejorar la tristeza, ya duerme bien y piensa ya en positivo, entonces dejan de cumplirse los criterios y ya no se considera que tiene el Trastorno Depresivo Mayor, solo quedará mejorar el apetito y aumentar la energía, que muchas personas llegamos a tener y no significa tener depresión cuando están así solos.
“Un dedo no hace una mano, así como una golondrina no hace verano”
Dice un dicho tradicional y que en medicina utilizamos como criterio a la hora de evaluar una enfermedad… los síntomas aislados o insuficientes no determinan enfermedades, sino que serían así solamente otros fenómenos humanos que es importante atender pero no preocuparnos al grado de dejar otras cosas más importantes de lado.
Los trastornos no son enfermedades, sino un conjunto de fenómenos que determinan conductas en desequilibrio… el tratamiento consiste en regular los factores y recuperar el equilibrio. Así que si, si se curan… y en el peor de los casos que no logre desaparecer un síntoma, nuestra mente es tan compleja y asombrosa, que siempre es posible ajustar otras funciones para darle equilibrio a ese síntoma ruidoso.
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